Tiramisú

     Por la mañana fui a monitores a La Fe y me mandaron a casa, pues no estaba de parto. Al llegar a casa de mis padres, donde esperabamos tu llegada tu hermana y yo, la yaya tenía que ir a comprar una mesa para la cocina, y decidí acompañarla. Hacía un frío espantoso, pero tenía que caminar y eso hice. La yaya, con Inés, que tenía 20 meses, de la mano y yo, nos dirigimos hacia la tienda de muebles. Yo iba diciéndoles que no corrieran tanto....Pasé la tarde con malestar, pero cuando las contracciones se hicieron más rítmicas, decidí que era el momento de ir al hospital. Llamé a tu padre, que estaba trabajando en Alcoy, para decírselo, tranquilizándolo. Le dije que iba a ducharme y al hospital, para que no viniese con prisa. Y nos fuimos  los yayos y yo. Inés se quedó en casa  con las tías. Mi padre  me decía que estaba muy verde, y que e iban a volver a mandar a casa. Mi madre lo miraba y al final le dijo "Anda José, conduce y calla". Nos metimos en su coche, un Renault 11 ranchera, que tenía estropeada una de las puertas traseras,  que me tocaba sujetar porque se abría en las curvas. Eso, en medio de una contracción, era toda una aventura, ya que entonces los cinturones traseros no eran obligatorios en los coches, y además iba equipada con mi neceser para quedarme en el hospital.
     Tu abuelo, que conocía Valencia muy bien, pues había sido repartidor, tomó un atajo para llegar antes a La Fe....y se perdió. Al final llegamos. Pero siempre asocio nuestra llegada al hospital con alguna escena del cine español en la que participasen Alfredo Landa, Florinda Chico y Gracita Morales. Si hubiésemos llevado una ristra de ajos, o un par de pollos vivos, habríamos pasado por ellos. Fijo. Creo que lo de la vocación de titiritero pudo empezar ahí....
     En el hospital me dijeron que me quedaba, que estaba de parto. Salí a decírselo  tus abuelos, y empezaron los preparativos. Eran las diez de la noche, aproximadamente. Entonces oí la voz de tu padre y se lo dije a la matrona, que me dijo que eso no era posible, que más tarde lo llamarían y podría entrar....Y en ese momento él, se presentó y allí se quedó cogiendo mi mano y acariciándome. Las contracciones iban en aumento y el monitor registraba unas ondas diminutas. Tu padre fue a decirlo, pero nadie me creía. Nosotros llegamos a la conclusión de que el aparato estaba estropeado, pero solo fuimos nosotros, porque empezaron los comentarios del tipo "esta va por libre", "no hace caso en lo de no empujar"....Me dijeron que avisara cuando tuviese ganas de orinar, y cuando lo hice, otra vez comentarios descalificadores "no puede ser, pero bueno, va, voy a mirarte"...y la condescendecia se transformó en urgencia, pues casi se desnuca al salir corriendo para avisar de que me llevasen al paritorio. Espero que se rompiese al menos una uña.
     En un momento estaba en la mesa de partos y enseguida tu padre me dijo "Cariño, que ya está". "Que ya está ¿qué?", pregunté yo cabreada, harta de que no se me hiciera caso. "Ya ha salido la cabeza". Allí estabas tú. Rápido. A las 11,30 de la noche. Guapo como tú solo. Bueno. Y tan chiquitín para mí, acostumbrada a mi bebé de 20 meses....La sensación de felicidad que nos embargó fue maravillosa. Y nunca nos ha abandonado, cariño mío.
     Hoy cumples 20 años. Quiero felicitarte con la receta del postre que has pedido, que sé que te gusta mucho, para que puedas hacerla cuando quieras. Te quiero, hijo mío. Y que cumplas muchos más.

Ingredientes
  • Un paquete de bizcochitos
  • 500 gr de queso mascarpone
  • 8 cucharadas de azúcar
  • 6 huevos
  • Un vaso de café frío
  • Un vasito de licor: amaretto, ron...
  • Chocolate en polvo
     Los bizcochitos empleados no son soletillas, Reciben diferentes nombres: lencuas de gato, palitos de la reina, savoiardi....Son unos bizcochitos alargados y secos, de consistencia dura, cubiertos de azúcar por la parte superior.
     Preparamos el café y lo dejamos enfriar. Yo suelo hacerlo con café instantáneo descafeinado. Echamos un chorrito del licor al café y reservamos.
     Separamos las claras de las yemas. Con una pizca de sal, montamos las claras a punto de nieve y con la mitad del azúcar, y reservamos en la nevera.
     A las yemas, les añadimos el resto azúcar y las batimos hasta conseguir una mezcla espumosa. Añadimos un chorrito del licor y volvemos a batir.
     Batimos el queso hasta formar una crema sin grumos. Entonces lo incorporamos a la crema de yemas, y por último, añadimos las claras a esta mezcla, en dos o tres veces, con movimientos envolventes y ayudándonos con una espátula para que no se bajen las claras.
     Preparamos una fuente honda. Vamos mojando los bizcochos en el café frío, sacudimos el exceso de líquido, y formamos una capa. Entonces ponemos una capa de crema de mascarpone. Otra de bizcochos y otra de crema, y así alternativamente, terminando con una de crema. Tapamos y guardamos en la nevera hasta el momento de servir. Si reposa está mejor.
     Cuando vayamos a comerlo, sacamos de la nevera y espolvoreamos con cacao en polvo con la ayuda de un colador. Y a disfrutar del postre. Y a seguir probando recetas de tiramisú.
     Papá y yo estamos muy orgullosos de tí, cariño mío. Ees muy especial.

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