Albóndigas de bacalao

     Hace 25 años que empecé a salir con mi hoy marido. Más de la mitad de mi vida hemos estado juntos. El tiempo pasa de una manera que no siempre somos capaces de asimilar cuando miramos atrás. Parece que fue ayer cuando tenía que estar en casa a las 10, y hoy soy yo quien se lo dice a mi hija adolescente. Pero, por otro lado, no nos parecería tan corto si empezásemos a enumerar todo lo que nos ha pasado en ese tiempo, ¿verdad?
     San Valentín es una fecha comercial, y nadie necesita  que llegue para mostrar lo enamorado que se está, pero es una ocasión más para hacerlo, por qué no. Recuerdo que en nuestro primer San Valentín le regalé un mechero grabado con su nombre, y él a mi un juego de tres en raya con unos negritos monísimos que aún conservo. Podemos ver cómo ha pasado el tiempo, entre otras cosas, en lo sumamente  políticamente incorrectos que resultarían hoy nuestros regalos, pues los fumadores parecen unos apestados, y hasta se ha hablado de cambiar el envase de los "Conguitos", para no resultar racistas. Con el tiempo, el hacer un regalo que sorprenda al otro, puede resultar difícil. Para mí lo es a menudo, y por eso, como parte de mi regalo, quiero dedicarte esta entrada de mi blog, con la primera receta de lo que te encantaba que le pedí a tu madre, y que hemos hecho alguna vez nosotros también. Te quiero. Más que hace veinticinco años.


Ingredientes
  • 1 kg de patatas rojas
  • 1/2 kg de bacalao desalado
  • 6 ó 7 dientes de ajo
  • Un buen puñado de perejil
  • Una cebolla pequeña picada
  • Piñones
  • Tomate rallado
  • 3 huevos
  • Pan rallado
  • Sal
  • Aceite

     Las patatas, peladas y enteras o bien del tamaño de un huevo, se cuecen junto con el bacalao, que conservará su piel y espinas, en una olla, bien cubiertas de agua, durante 20 minutos.
     En el mortero se pican los ajos junto con el perejil y un poco de sal, y reservar. Cuando las patatas y el bacalao ya están cocidos, se pican también en el mortero, quitando las pieles y espinas al bacalao, y se va reservando y mezclando con la picada de ajo y perejil.
     En una sartén pequeña y con una cucharada de aceite, se fríe la cebolla, los piñones y el tomate, y se mezclan con la patata. Añadimos las yemas de huevo, se amasa bien y se prueba de sal, por si hiciese falta añadirle. Formamos las albóndigas, que se rebozan en las claras batidas, se pasan por pan rallado y se fríen en abundante aceite.
     También pueden congelarse una vez rebozadas en el pan, y guardarse para otra ocasión.
     Es importante que la patata sea roja, que el aceite en que se fía la cebolla sea apenas una cucharada, y que las claras no se echen en la pasta, con el fin de que la masa quede compacta, para que no se deshagan las albóndigas al formarse.
     Deseo que disfrutes de esta receta.

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